Desde fecha muy temprana se crean colegios en los territorios americanos. La enseñanza llevada a cabo por la Corona española en América estaba destinada tanto a los hijos de los españoles como a los indígenas.
La enseñanza a indígenas
Desde el año 1513 hay disposiciones de la Corona de España que mandan enseñar latín a indios escogidos en las Antillas. Los frailes daban una instrucción sumaria a la generalidad y dedicaban más atención a los niños, que podían aprender y asimilar conocimientos con más facilidad.
Las órdenes religiosas se preocuparon de la educación de la gente principal y de los hijos de estos, como estrategia para extender la cultura y la lengua entre los propios naturales. La idea es que los nativos seguirían con más agrado el modelo de sus caciques y familias principales.
La enseñanza a indígenas fue, en muchos casos, una prioridad. Antes de que hubiera colegio para españoles, en el Cuzco se fundó en 1523 el Colegio de San Francisco de Borja, bajo la dirección del padre flamenco Pedro de Gante. Allí estudió el Inca Garcilaso de la Vega con unos 15 condiscípulos más, a los cuales se enseñaba religión, latín, música, pintura, escultura y oficios. Su maestro, el doctor Juan de Cuéllar, les decía: «¡Oh, hijos, y cómo quisiera ver una docena de vosotros en la Universidad de Salamanca!»
El colegio de Santa Cruz de Tlatelolco
De la misma forma, los franciscanos fundaron en Nueva España el Colegio Imperial de Santa Cruz de Tlatelolco, inaugurado por Antonio de Mendoza en 1536 con 60 alumnos hijos de principales.
En este colegio se enseñaban las artes liberales (empezando por la gramática) y en latín: retórica, poética, lógica, filosofía y después medicina. Tuvo entre sus enseñanzas la de medicina indígena, que los europeos, con gran acierto, quisieron aprovechar y de hecho aprovecharon.
El primer rector fue fray Bernardino de Sahagún. El colegio fracasó en la creación de un sacerdocio indígena, pero no en la formación de buenos latinistas.
Frutos de la enseñanza de los colegios en América
En efecto, la enseñanza dio sus frutos y se incorporaron a nuestras letras personajes tan destacados como los siguientes:
- En México: Hernando de Alvarado Tezozómoc (nieto de Moctezuma), autor de la Crónica mexicana; Domingo de San Antón Muñón Chimalpain Quauhtleuanitzin, autor de unos Anales.
- En Perú: Inca Titu Cusi Yupanqui, bautizado Diego de Castro y Huaman Poma de Ayala, por ejemplo.
Naturalmente, los colegios en la América del siglo XVI se establecían en las ciudades; pero no se intentó extender la cultura intelectual a todos los habitantes. En la Europa del siglo XVI no se había implantado aún la enseñanza obligatoria para todos, y no se podía esperar que los europeos la impusieran en América.
Los colegios en el ámbito rural
En las aldeas no había otra enseñanza que la de la religión, a cargo de los sacerdotes, y a veces la de artes y oficios europeos. Dos ejemplos famosos hubo:
- el obispo Vasco de Quiroga, inspirándose en la Utopía (1516) de Sir Thomas More, estableció poblaciones en la región mexicana de Michoacán, cada una con su oficio distintivo (en parte se conservan todavía);
- los jesuitas crean las Misiones del Paraguay y nordeste de la Argentina, donde establecieron una especia de sociedad colectivista, dando a los indios guaraníes reglas de vida, de trabajo, de arte y de juego.
Las reducciones de los jesuitas
Querían cristianizar y que permanecieran cristianos, para lo cual se crean las reducciones, pueblos cerrados a los españoles en los que la presencia de toda clase de artistas formados por los misioneros, permitía a las comunidades indígenas bastarse a sí mismas. Esta organización duró desde fines el siglo XVI hasta 1767, año en que la Compañía de Jesús fue expulsada de todos los territorios bajo dominio español.
Críticas al sistema de reducciones
Una parte de la crítica histórica ha insinuado la idea de la conveniencia de que el indio no supiera español, de proteger excesivamente al indio para que no se emancipara.
El investigador francés Robert Ricard ha llegado a pensar que la barrera lingüística , especialmente marcada en el modelo de la reducción, era «saludable» porque evitaba la posible emancipación del indígena, para la cual el aprendizaje de la lengua era el primer paso.
Se presentaba al indio como niño al que hay que tutelar, idea bajo la que subyacía en realidad un deseo de dominación. El desconocimiento del lenguaje les somete a la figura del misionero, al tiempo que permanecen extraños a la vida del país.
Lógicamente, son dediciones que hay que contemplarlas desde el paradigma del siglo XVI, así como desde las creencias y el marco cultural de los protagonistas de los hechos. Más allá de las dudas, los datos muestran cómo la creación de colegios fue muy temprana e iba destinada a la formación de los miembros que irán conformando la naciente sociedad criolla.
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