En el entorno social el siglo XVI se va a producir un intento de ascensión en la dignidad y consideración por parte de los individuos de los estamentos inferiores, que tendrá su reflejo en el lenguaje.
Las formas de interlocución y las cortesias, adscritas a unas determinadas relaciones de superioridad e inferioridad, van a modificarse según los cambios.
La documentación literaria y administrativa de la época muestra una preocupación constante por precisar el uso de estos términos y los autores asisten, desde un punto de vista crítico y receptivo, a los procesos de expansión y de rechazo que experimentarán algunas de estas expresiones.
¿Qué se entiende por fórmula de tratamiento?
El DRAE registra entre sus acepciones:
2. m. Título de cortesía que se da a una persona; p. ej., usted, señoría, excelencia,etc.
3. m. U. como vocativo coloquial para aludir a la categoría social, edad, sexo u otras cualidades de alguien; p. ej., ¡Señor! ¡Caballero! ¡Señora!
La Real Academia distingue, además, el tratamiento impersonal: ‘Aquel que se da a alguien en tercera persona, eludiendo el de merced, señoría, etc.’
Estas fórmulas están directamente relacionadas con las personas gramaticales y pueden, desde un punto de vista sintáctico, realizar las funciones de sujeto, vocativo o complemento; conllevan todo un sistema de pronombres y adjetivos, así como una selección en el paradigma verbal que estará condicionada por la fórmula escogida. Dicha elección está, a su vez, vinculada a elementos ajenos a lo puramente lingüístico, relacionados con la estructurade la sociedad y factores culturales.
Pronombres de tratamiento
En lo referente al sistema pronominal, hay que considerar que si nuestra lengua sólo contara con una forma para la indicación de cada una de las personas que participan en el proceso comunicativo, distinguiendo singular y plural, no cabría hablar de «tratamiento», pero desde el momento en que el oyente puede ser tú o usted, por ejenplo, la lengua está proporcionando una elección.Esta duplicidad aparece por prinera vez en los últimos tiempos de la latinidad: hacia el s. III d.C. surge la forma vos (originariamente 2º pers. pI.) para la 2ª pers. sing., con el valor especial de un «tú de respeto», forma que pasó a las lenguas romances.
Mucho se ha especulado respecto a la causa de la aparición de este elemento, sobre el que se le han dado incluso explicaciones de carácter psicológico o sociológico: lo cierto es que la forma de plural se asoció a la idea de majestad y de respeto; en definitiva, a la noción de una persona perteneciente a un orden social superior.
Tratamientos y sociedad
La sociolingüística ha tratado de abordar precisamente las interrelaciones que existen entre el lenguaje y la sociedad. Estos estudios han venido demostrando, en sínte-sis, que el cambio de las condiciones sociales no sólo afecta al desarrollo diacrónico de una lengua o a la división geográfico-dialectal de la misma, sino a los propios contenidos lingüísticos, que cambian en buena parte obligados por la evolución de la sociedad y la modificación de las circunstancias históricas y Políticas.
En toda época hay una serie de factores que son importantes; aquélla cuya estructura se conforme según un marcado sistema de jerarquías, dejará traslucir su rígida composición en la lengua, formando un diferenciado conjunto de pronombres de cortesía, como ocurrió en el mundo medieval.
Tratamientos en el siglo XVI
En el siglo XVI las fórmulas de tratamiento no van a perder interés; muy al contrario, los autores reflejarán en las obras sus sentimientos y opiniones acerca de este particular, con alusiones directas que, dada la importancia que adquirió el tena llegan incluso a la burla, como en el caso de Lope de Rueda, que pone en boca de un licenciado el siguiente párrafo:
«Porque yo, para convidalle, ni tengo blanca ni bocado de pan, ni cosa, ofrézcola a Dios, que de comer sea, y por tanto querría suplicar a vuesa merced que vuesa merced me hiciera merced de me hacer merced, pues estas mercedes se juntan con esotras mercedes que vuesa merced me suele hacer, me hiciere merced de prestarme dos reales» (El Deleitoso, IV, pág.535).
La lengua del XVI había heredado las fórmulas medievales, pero prácticamente todas van a tener una importante transformación en esta centuria, que afectará tanto al carácter fono-sintáctico, como a los valores semánticos, como consecuencia de su práctica en una sociedad que, a lo largo de toda su variedad diastrática, va a pretender ser objeto de dichas cortesías.
Aplicar a alguien una de estas fórmulas le hace adquirir consideración a los ojos de los demás, como afirma explícitamente el simple Melchior en otra comedia de Lope de Rueda:
Melchior: «Pues aquese Melchior apúntele con alguna cosita al prenci-pio, porque no vaya a secas, y verá lo que pasa.Leonardo: ¡Ah, ¿señor Melchior Ortiz?Melchior: Agora soy contento. ¿Qué manda vuesa merced?Leonardo: ¡Oh, mal os haga Dios, que tantos términos habemos de tener para que salgáis!Melchior: Que no lo hago en mi álima, sino porque sienta esta mala vieja que soy honrado en boca de vuesa merced; que para mi contento con un «¿oyes?» me sobra tanto como la mar» (Eufemia, pág.49).
Dada la importancia de estos usos, en próximas entradas veremos cuáles e empleaban en cada persona. Así tendremos un panorama de la conversación en el siglo XVI.
Fuentes primarias:
- Alemán, Mateo (1984) Guzmán de Alfarache, I, ed. D. Brancaforte, Madrid: Cátedra.
- Colón, Hernando (1984) Historia del Almirante, Madrid : Historia 16.
- Delicado, Francisco (1985) La Lozana Andaluza, ed. C. Allaigre, Madrid: Cátedra.
- Lope de Rueda (1976) Teatro Completo, Barcelona: Bruguera, 2ª ed.
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