En el tenor documental de las cartas (es decir, sen u carácter interno) hay determinados componentes que contienen una significativa información sociolingüística. Fundamentalmente en la dirección en vocativo aparece el tratamiento correspondiente al destinatario de la carta.
Estructura general de la carta
En una carta del siglo XVI se suelen distinguir los siguientes apartados:
- cruz
- dirección en vocativo
- texto
- fórmula de despedida
- datación: fecha tópica (lugar) y crónica (día, mes y año)
- fórmula de sometimiento o cortesía
- validación
- sobrescrito
Los tratamientos y cortesías en el XVI
Conocido es el abuso y exceso en el uso de expresiones altisonantes, tanto de palabra como por escrito en la documentación de la primera mitad del XVI. Este asunto llegó a ser objeto de estudio y consideración en las Cortes, que resolvieron atajar el mal mediante una serie de normas con fuerza de ley. A la vez que regularizaban el verdadero orden y protocolo a seguir en el trato que había de darse a las diferentes jerarquías, tanto nobles como eclesiásticas, intentaban terminar con una secuela de vanidades inútiles.
La Pragmática de tratamientos y cortesías
La Pragmática dada en octubre de 1586 se envió a Indias para su publicación y cumplimiento, acusando su recibo el virrey marqués de Villamanrique el 28 de abril de 1587.
Este documento señala el final de las fórmulas y usos cancillerescos excesivamente solemnes, poco en consonancia con la finalidad meramente informativa de las cartas.
En consecuencia, establecía los tratamientos para los cargos y dignidades, títulos y jerarquías y, aunque con cierto retraso, en la documentación indiana se observa cómo básicamente empezaron a cumplirse en el segundo semestre de 1587.
Para las cartas privadas, la Pragmática indicaba el uso de estas normas, con la indicación expresa de que podía hacerse referencia al vínculo familiar, si existía «los padres a los hijos, y los hijos a los padres, podrán sobre el nombre propio añadir el natural: y también entre marido y mujer, señalar el estado del matrimonio si quisieren, y entre hermanos el tal deudo» (Heredia Herrera, 1985: 13)
Invocaciones en las cartas americanas
Las invocaciones largas y retóricas eran frecuentes en las cartas e informes antes de 1586, pero eran más escasas en las cartas privadas:
«Jesús» (María Díaz, 1577 y 1579, carta de madre a hija o a hijo; 1614 carta de hermana a hermano)
«La gracia y consolación del Espíritu Santo sea con ella y con sus hijos y con todos lo que bien nos hacen, y el ayuda de su bendita madre, amén» (Alonso Ortiz en una de las dos cartas que dirige a su mujer, c.54)
La frecuencia de estas invocaciones aumentará en las cartas del XVIII, sobre todo para solicitar la protección de las misivas durante el viaje:
«San Onofre te guíe»
«Jesús María y José, y la Santísima Trinidad la guíen a manos de mi estimada hija Francisquita»
«El señor San Antonio te guíe», etc.
Es más, si comparamos las invocaciones que se encuentran a lo largo de toda la carta, destaca poderosamente la ausencia de frecuentes alusiones a santos y a la divinidad en la decimosexta centuria frente a la enorme profusión del XVIII. La invocación es un rasgo de la oralidad que no tiene cabida aún en el carácter formulario de la carta del XVI.
Las fórmulas de despedida
Como contrapunto de la carta, las fórmulas de des
pedida son muy altisonantes todavía en el XVI. Pese a las recomendaciones de la Pragmática, se mantendrán en documentos de religiosos sobre todo hasta el XVIII, momento en que resurgirán con más fuerza:
Nuestro Señor guarde y ensalce la muy poderosa persona de V.C.R.M. con acrecentamiento / de más reinos y señoríos, como sus leales vasallos y criados deseamos. (Ldo. Fdo. de Santillán, 1564. AGI Quito 8)
…cuya católica y /real persona guarde nro. señor felicísimos años, como sus capellanes deseamos.» (Dr. D. Luis de Robles, 1609. AGI Guadalajara 4).
El sobrescrito
En el sobrescrito, utilizando la posibilidad de señalar el parentesco que daba la Pragmática de Felipe II, las cartas privadas del XVI reproducen una fórmula tipo que suele ser
A mi + adjetivo (simple o con grado) + sust. parentesco
«a mi deseado hijo»
«a mi muy amado hijo»
«a mi muy deseado señor padre»
A principios del XVII estas expresiones se «enfrían», particularmente en el caso de los matrimonios y queda reducida en muchos casos así:
A + Nombre y Apellido
con la posibilidad de indicar mediante aposición el parentesco:
«A Ana Pacheco, mi mujer! (c.200)
Referencia:
Heredia Herrera, Antonia (1985): Recopilación de Estudios de diplomática indiana, Sevilla: Diputación provincial de Sevilla.