Cuando se inicia el siglo XVI, las hablas del mediodía peninsular ya tienen los rasgos de pronunciación que las caracterizan hasta hoy:
- seseo,
- yeísmo,
- relajación en la articulación del sonido velar representado con j,
- debilitamiento de las constantes finales de sílaba o intervocálicas, etc.
Estos rasgos, junto a otras características articulatorias, fueron caracterizando el castellano que se hablaba en el sur de España y concretamente en el habla de Sevilla, ciudad que se convirtió en centro cultural y prestigioso tanto desde el punto de vista:
- cultural: por la imprenta, el mecenazgo de algunas familias y una floreciente producción literaria
- económico, como reguladora del comercio atlántico
- social, ya que el habla de sus pobladores se convirtió en modelo lingüístico.
Esta norma que se consolida en el español hablado en Andalucía, es la que se difunde fuera de las fronteras españolas hacia Canarias y América y entra en contacto con la lengua de otros peninsulares desde una fuerte posición de prestigio.
El español que llega a América
Al otro lado de un mar inmenso e inseguro, este español se mezcló con lenguas indígenas y con otras variedades del mismo español. Pero el habla de la capital económica de la Península en el siglo XVI se difunde como modelo prestigioso e innovador y llega a América como uso propio de una ciudad que extendía sus influencias hacia nuevas tierras.
Si no hubiera sido así, ¿cómo sería hoy el español hablado en América?
[…] procedencia de los pobladores: “numerosos coterráneos del extremeño Cortés y no pocos nativos de las provincias […]